Detrás de ese futbolista que vemos y envidiamos, y que se le exige marcar un gol imposible o parar ese balón que vemos "facilísimo" por televisión, quiero compartir este escrito que les muestra que el fútbol es algo mas que patear una pelota de fútbol.
Adictos al dolor
“Las rodillas no están hechas para jugar al fútbol”. Es un legado del doctor
Herrador, que se manifiesta en la vida de los futbolistas. Hay pocos que
salgan al campo sin dolor. Es la consecuencia de golpear tan fuerte al balón,
de las patadas o de esas velocidades extremas.
Alfredo Varona
A los 33 años, Puyol, el defensa del Barcelona, ya ha olvidado qué es
entrenar sin dolor. Hay algunos dolores que ha podido contrarrestar como el
de espalda desde que hace pilates. Pero hay otros que son irreversibles en la
vida del futbolista. Por eso Puyol, un hombre que no sabe vivir sin hacer
deporte, se relaja cuando escucha a Valcárcel,
un ex futbolista del Málaga que se
retiró en 2008 tras casi veinte años. Ahora, Valcárcel prepara maratones y triatlones,
entrena el triple de lo que entrenaba como futbolista, no descansa casi
ningún día y, sin embargo, amanece de otra manera. “Cuando jugaba, no había
día que no me levantase con algún dolor en las caderas, en las rodillas, en
los isquios….Era permanente”. Pero ahora no. Y eso que, en teoría, está más
expuesto, “porque hay días en los que combino tres deportes: natación,
atletismo y ciclismo”. Pero Valcárcel sigue diciendo que no: los dolores ya
no condicionan su vida como lo hicieron en el pasado.
“Cuando jugaba, no había día que no me levantase con algún
dolor en las caderas, en las rodillas, en los isquios….Era permanente”. Pero
ahora no. Y eso que, en teoría, está más expuesto
“Una
cosa es correr en línea recta sobre una superficie regular y otra hacerlo con
un balón”, explica Tomás Calero,
desde los servicios médicos del Betis.
“El trabajo se multiplica por dos cuando hay contacto físico”. Por eso sólo
se le ocurre comparar “al fútbol con el rugby” con una diferencia importante:
“No es lo mismo llevar la coordinación del balón con los pies que con las
manos”. Y todo eso expone al futbolista a un dictamen médico en el que, a
veces, la artrosis tiene la palabra. Jorge
Candel, médico del Valencia,
está acostumbrado a ver a futbolistas, cuyas articulaciones anuncian una
vejez prematura. “Hay una gran parte en ese diagnóstico que depende de la
genética y hasta de la técnica de disparo, pero hay otra que no y que es una
consecuencia innata de la profesión. Nosotros siempre hablamos del tobillo
específico del futbolista, que está sometido a muchas anomalías a unas
velocidades terribles. ¿Acaso alguien puede pensar que son naturales esos
giros tan bruscos o esos cambios de dirección?”
“El mero hecho de ponerme la bota era muy doloroso, pero te
acostumbrabas: el futbolista no es un mártir de nada y se acostumbra a todo.
Otra cosa era cuando terminabas y veías que se te había inflamado más”
Los futbolistas
saben, por lo tanto, aceptan la realidad. Deben convivir con el dolor y hasta
con el drama. Sarabia, el ex
delantero del Athletic de los
ochenta, fue un magnífico exponente: “Yo llegué a jugar varios meses con un
dedo del pie fracturado”. Su recuerdo es como una escena de guerra. “El mero
hecho de ponerme la bota era muy doloroso, pero te acostumbrabas: el
futbolista no es un mártir de nada y se acostumbra a todo. Otra cosa era
cuando terminabas y veías que se te había inflamado más”. Pero quizá esa era
la dictadura los viejos tiempos que también acusó Quique Setién. “Había días en los que si no me medicaba no podía
salir al campo”. Una época que Tomás Calero, doctor del Betis, recuerda como
si fuese hoy. Lleva 22 años de experiencia y claro que se acuerda de esos
años en los que “atiborrabas a los jugadores de analgésicos”. Y no niega que,
con él, llegó “a jugar gente con esguinces importantes”, porque no quedaba
otro remedio. “Había muchos que vivían de las primas y no se podían permitir
el lujo de no jugar”.
Eran otros
tiempos en los que apenas se controlaba la dieta o la tasa de grasa corporal.
“El médico sólo pasaba una vez cada dos días”. Los medios tampoco eran los
actuales. “Tenías que conformarte con una radiografía”. Así que, a menudo, el
dolor iba por libre. Pero lo que no se ha suavizado con el tiempo ha sido el
fútbol ni los tacos de las botas ni las carreras de los futbolistas. Al
contrario. Algunos ya son capaces de desafiar los 11 segundos en los 100
metros con un balón en los pies. Y eso es algo tan antinatural como los 170
kilómetros de velocidad que todavía alcanzan los disparos de Roberto Carlos en la liga rusa. Y,
naturalmente, todo eso luego se paga en consulta. Jorge Candel siempre se lo
dice a los jugadores que se quejan de que en el partido no les dolía la
rodilla y, sin embargo, entre semana, se levantan cojeando de la cama: “No hay
explicación científica”, señala. “La forma de percibir el dolor cambia según
una necesidad máxima o mínima”.
Algunos ya son capaces
de desafiar los 11 segundos en los 100 metros con un balón en los pies. Y eso
es algo tan antinatural como los 170 kilómetros de velocidad que todavía
alcanzan los disparos de Roberto Carlos en la liga Rusa
Pero hay cosas
que no cambian. A los 38 años, Cañizares
se retiró del Valencia y no
aceptó la oferta del Everton, para
jugar en la Premier, porque temía meterse en dirección prohibida: ya no
sabría si sus caderas aguantarían. Y es que la cadera del portero es otra
historia, que ahora delatan con claridad ecografías y resonancias magnéticas.
Esteban, actual portero del Almería, con más de una década de
ejercicio, se declara una excepción: “Hay un factor de suerte en mi vida.
Desde hace siete años, no me levanto con ningún dolor, y eso que no me vendo
ni tobillos ni muñecas ni ningún dedo. Mis compañeros no se lo creen”.
Esteban sigue realizando gimnasia bajo la portería y ejercicios acrobáticos,
en los que se acerca al cielo, pero casualmente su cuerpo no protesta. “Creo
que con los años he aprendido a controlarme a mí mismo. Mi cuerpo se ha hecho
autodidacta. Es más, de joven tenía más agujetas que ahora”.
"Hay un factor de
suerte en mi vida. Desde hace siete años, no me levanto con ningún dolor, y
eso que no me vendo ni tobillos ni muñecas ni ningún dedo. Mis compañeros no
se lo creen", Esteban, portero del Almería
Pero
Esteban sabe que es una excepción. En su vestuario, donde conviven jugadores
entre 25 y 35 años, los escucha y parece como si escuchase a la tercera edad.
“Hay gente que sabe cuando va a cambiar el tiempo por cómo le crujen las
rodillas”. Y, a esas edades, no sería lo más lógico. Pero el debate es innegociable.
Son las consecuencias de una profesión que regaña con la naturaleza. El
doctor Herrador, en su época del Real Madrid, decía que “las rodillas
no están hechas para jugar al fútbol”. Otro doctor, en este caso el
legendario Pedro Guillén, repite,
desde hace años, la misma leyenda en consulta: “Las rodillas me hablan”. Sólo
con palparlas intuye su desgaste. Y entonces es como si se pusiese en la piel
de esos futbolistas que sueñan con vivir sin dolor. Puyol ya ha perdido esa
ilusión como la perdió Sarabia en su día. “Sin quitar mérito a un maratoniano
o a un ciclista, ellos siempre hacen el mismo ciclo de trabajo”, declara.
“Sin embargo, el futbolista trabaja multitud de grupos musculares”. Por eso
no lo duda ni un minuto, “el deporte de contacto es el más duro que existe”,
y no quiere ni imaginar “lo que será el boxeo”. Pero, sea como sea, no queda
otra que afrontarlo con madurez. Candel lo habla con los jugadores y siempre
llega a la misma conclusión. “Es el tributo que pagáis”, les dice, “por
ejercer una profesión muy agresiva”. Y Quique Setién retrocede a sus tiempos
de futbolista. Entonces no conoció a ninguno “al que los dolores le llamasen
la atención”. De entrenador, que es de lo que trabaja ahora en el Lugo, tampoco. Sigue habiendo
jugadores, como lo fue él, “que si no se medican no pueden jugar”. Y a
algunos de ellos, desgraciadamente, no hace falta que les presente el futuro
que espera a sus articulaciones. “Yo tengo un desgaste de cartílago en las
rodillas”. Y es una invitación a la artrosis que, antes de envejecer, tal vez
te recuerde que un día ejerciste una profesión maravillosa…
"De joven tuve la fortuna de no tener lesiones importantes, pero ya de grande, mi cuerpo empezó a darme señales inequívocas de que mi tiempo se estaba acabando como futbolista...lo cual me dejó "recuerdos" de una fractura, alguna operación de rodilla, o de las molestas lesiones musculares que atormentaban mi existencia".
Saludos
Ariel
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